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En los últimos meses, el tejido empresarial español se ha visto amenazado por una serie de circunstancias que han ralentizado el crecimiento y comprometido la liquidez de las empresas. Todo ello ha sido provocado por la inesperada llegada de la pandemia de la COVID-19.

La paralización de gran parte del sector empresarial se ha traducido en los siguientes perjuicios para la solvencia financiera:

    1.Aumento de la tasa de morosidad de clientes.

    2.Disminución de la demanda de bienes y servicios.

    3.Disminución del fondo de maniobra.

    4.Impagos de deudas preexistentes al COVID-19.

Llegado el momento de retomar la actividad empresarial, es el momento de decidir cuál es la mejor vía para reflotar la entidad y sanear la situación financiera. Muchas empresas han acudido a las ayudas aprobadas por el Gobierno para paliar los efectos de la pandemia, pero estas ayudas han sido insuficientes. Lo que obliga a buscar vías alternativas.

La alternativa de la financiación bancaria no siempre es aconsejable ni viable. Pues el balance que presenta una empresa que busca financiación puede no ser lo suficientemente solvente como para que una entidad financiera conceda ayuda bancaria.

Para aquellas empresas que forman parte de un grupo, existe otra alternativa a esta situación: la reestructuración empresarial. El objetivo fundamental de una operación de reestructuración es proporcionar viabilidad financiera duradera en el tiempo ante dificultades transitorias y adecuar el pago de sus deudas pendientes.

Las pérdidas registradas a lo largo de la pandemia, pueden llevar a que los administradores se vean obligaos a instar el concurso de acreedores. Antes de que esto ocurra, es momento de buscar la alternativa en las operaciones de reestructuración. Estas evitan el indeseado concurso de acreedores y consiguen una recuperación sostenible en el tiempo.

¿Cómo llevar a cabo una reestructuración? ¿Qué operación es más conveniente? ¿A qué riesgos se enfrente una sociedad en estas operaciones? Pues bien, el proceso para realizar una operación de reestructuración es el siguiente:

    1.Diagnóstico de la situación contable, financiera y fiscal (Due Diligence).

    2.Definición de la Propuesta de reestructuración.

    3.Exposición de la Propuesta al órgano de administración y acreedores más relevantes.

    4.Proyección del desarrollo de la empresa tras la reestructuración.

La Due Diligence es un estudio detallado sobre la situación contable, financiera y fiscal de la empresa. La profundidad y profesionalidad de este informe determina el éxito de la operación y, por ende, la supervivencia empresarial. Este estudio identifica los riesgos implícitos a los que se enfrenta una empresa, y facilita la definición de un plan de acción: fusión, escisión, aportación no dineraria, reducción/ampliación de capital.

Un ejemplo de entidades que han acudido a este tipo de operaciones son los clubs de fútbol profesional. La drástica disminución de la liquidez los ha llevado a buscar soluciones, en este caso, ampliaciones de capital. Han sido hasta trece los clubs que han anunciado ampliaciones de capital.

Para conocer qué operación puede salvar a una empresa del concurso de acreedores, es necesario realizar sobre ella una Due Diligence que defina la mejor estrategia. Este informe ha de ser elaborado por profesionales auditores, asesores y abogados que puedan comprender el negocio y proyectar sobre el mismo la mejor solución. Para más información, ponte en contacto con nosotros [L1]y resolveremos todas tus dudas.


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