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En 2024, las grandes empresas deben adaptarse a la Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD), lo que implica reportar anualmente sobre su impacto ambiental, social y de gobernanza. Este cambio busca integrar la sostenibilidad en la estrategia empresarial, haciendo frente a retos como la selección de indicadores relevantes y la gestión de datos compleja. A pesar de estos desafíos, la CSRD presenta oportunidades para mejorar decisiones estratégicas y la reputación corporativa.

El presente año 2024 es clave en la agenda de los comités de dirección de las grandes empresas al tener que cumplir con la Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD). Así, las empresas cotizadas de más de 500 empleados ya deberán informar en las cuentas anuales de este ejercicio bajo los nuevos requisitos de información y, en el caso de las sociedades ya sujetas al Estado de Información No Financiera (EINF), corresponderá para la información de 2025 que se reportará en las cuentas anuales a formalizar en 2026. Por ello, el eje estratégico de la Sostenibilidad se sitúa ya en una posición predominante en los órganos de gobierno y de dirección de las organizaciones.

La implantación de la CSRD, con el objetivo promover la transparencia en la divulgación corporativa de información de sostenibilidad, sitúa a las empresas frente a diversos retos que deben tenerse en cuenta con la debida anticipación para garantizar el cumplimiento de los requisitos normativos establecidos y aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la nueva regulación.

La implementación de la directiva CSRD implica la integración de la sostenibilidad en la estrategia empresarial. Por ello, es esencial concebir la sostenibilidad como un componente fundamental de la operativa empresarial y no solo como un aspecto secundario o de mero reporting administrativo. La relación directa con la estrategia hace que los elementos que conforman la Sostenibilidad deban estar presentes en el conjunto de áreas de la organización, desde la toma de decisiones estratégicas hasta la ejecución del conjunto de funciones. Contar con el compromiso de la alta dirección es crítico, así como la participación del conjunto de todos los niveles organizativos que deberán ser los agentes imprescindibles para el despliegue de la estrategia de sostenibilidad.

Otro aspecto clave a tener en cuenta es la identificación y ponderación de los impactos no financieros. Las empresas deben llevar a cabo un análisis exhaustivo de sus impactos ambientales, sociales y de gobernanza con la identificación de los riesgos y oportunidades asociados. En este sentido, es crucial establecer tanto indicadores como mecanismos de evaluación que permitan, en base a las metas y horizontes que se fijen, analizar los progresos en materia de sostenibilidad.

A partir de la CSRD, las empresas deben desarrollar un reporting de sostenibilidad con periodicidad anual, el cual debe estar debidamente estructurado y ser fiable en cuanto a los datos o información que lo compone. Asimismo, debe reflejar claramente tanto los impactos no financieros de la empresa como las políticas y acciones que se llevan a cabo para gestionar estos impactos. A destacar que la información debe también ser comparable con el propósito de facilitar a los distintos grupos de interés una valoración de las actuaciones de una determinada empresa en los distintos campos de la sostenibilidad empresarial.

Otro de los retos principales que enfrentan las empresas en la implementación de la CSRD, de forma especial en la actual etapa inicial para la mayoría de las organizaciones, es la complejidad de los marcos normativos que se están todavía aprobando o la falta de unos estándares o marcos de referencia claros en materia de divulgación de información de sostenibilidad. Si bien la directiva establece unos requisitos, las empresas se encuentran con la dificultad de definir qué información es relevante, en cómo medir los impactos no financieros y qué metodologías utilizar para la elaboración del reporting. En este sentido, es básico que las empresas se apoyen en referentes reconocidos a nivel internacional, como los principios de reporte GRI (Global Reporting Initiative), para garantizar la calidad y la comparabilidad de la información divulgada.

Asimismo, los European Sustainability Reporting Standards (ESRS) son las normas aprobadas para la divulgación de información de sostenibilidad bajo el marco de la CSRD. Para la selección entre los aproximadamente 1.200 indicadores (o datapoints, que incluyen tanto información cualitativa como cuantitativa) que conforman los ESRS ya publicados, las empresas deberán considerar criterios como la relevancia para su sector de actividad, la consistencia con los objetivos de sostenibilidad de la empresa, la alineación con estándares internacionales reconocidos y la capacidad de medir el impacto real de las acciones que lleve a cabo la empresa. Es aconsejable involucrar a expertos en sostenibilidad y seguir un proceso riguroso para identificar los ESRS prioritarios y que deben ser considerados para el reporting en base a los resultados del preceptivo y nuevo análisis de doble materialidad.

Si la determinación de los ESRS a considerar no es un ejercicio ni inmediato ni trivial, la posterior recopilación y gestión de datos es otro reto complejo dada la amplia y diferente naturaleza de las temáticas objetivo (ambientales, sociales y de gobernanza) así como por las múltiples fuentes de información internas o externas que puede haber. Para ello, una buena práctica es el establecimiento de un modelo de control interno sobre la información no financiera (SCIINF) que, además de estructurar los elementos de cada ámbito qué deben ser objeto de divulgación, los sistemas repositorios soporte o las asignaciones de áreas o departamentos sobe los que recae la responsabilidad de su preparación, permite el establecimiento de los mecanismos de control necesarios para la monitorización y aseguramiento de la información de sostenibilidad a incluir en el informe.

La implementación de la directiva CSRD de sostenibilidad presenta tanto desafíos como nuevas oportunidades para las empresas. Al amparo de la nueva regulación, y por qué no decirlo, por la obligación que representa, es muy recomendable que los órganos de gobierno y de dirección de las empresas utilicen la implementación efectiva de los criterios y objetivos de sostenibilidad como una palanca para la mejora en la toma de decisiones estratégicas y la determinación de los modelos tanto de negocio como operativos que resulten, pudiendo ser un facilitador del fortalecimiento de la reputación corporativa contribuyendo positivamente al desarrollo sostenible a largo plazo.

Carlos Viola, Director de Risk Advisory Services