Auditoría & Co

Han pasado muchos años desde que, en muchos lugares del mundo, ha ido desapareciendo la esclavitud tal y como era conocida. Casi no nos acordamos de no ser por algunas filmaciones cinematográficas, que nos transportan a aquellos tiempos en los que la vida humana era valorada por lo lucrativo que su trata suponía.

El transcurrir de los años, ha ido dando paso a una nueva forma de sentirse esclavo o de sentir miedo.

La situación a la que la constante y cambiante normativa somete a determinados profesionales, no difiere de los tiempos donde el sentido común brillaba por su ausencia y, en su lugar era aplicada la palabra del amo.

¿Así es como debe sentirse un auditor de cuentas al realizar una auditoria? ¿Esclavo de la normativa aplicable? ¿Con pánico a ser sancionado o incluso inhabilitado si omite algún paso a lo largo del riguroso proceso de auditoría?

¿Se imagina conducir un taxi sabiendo que le pueden estar siguiendo para ver si comete alguna infracción? O peor, ¿imagina que le hacen grabar todos sus movimientos para después ser enviados y revisados por Tráfico en busca de infracciones cometidas?

O… ¿qué sucedería si después de recibir un diagnóstico médico, todas las pruebas realizadas por el profesional fueran remitidas a un Comité específico cuya misión consistiera en fiscalizar todos los protocolos médicos al objeto de determinar la buena praxis del profesional que ha emitido ese diagnóstico?, esto último quizás no estaría mal…pero genera una presión bajo la cual no todo el mundo es capaz de trabajar.

Es indudable que al estar más regulados, el trabajo es más efectivo. También es indudable que nada tiene que ver el esfuerzo que debe hacer el pequeño empresario para cumplir cada fase del estricto proceso de auditoría, al realizado por las grandes compañías en las que, prácticamente cada paso tiene su propio departamento.

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Pero a la conclusión que llegamos es que de poco vale lamentarse y de mucho espabilarse. Así que no nos queda otra que ser aún más eficientes que la propia norma. La ventaja del pequeño empresario, es que como todo pasa por su mano, se convierte en un gran experto por obligación tácita.

El auditor de hoy en día, independiente y objetivo, escéptico e imparcial debe tener la capacidad de evaluar si acepta un encargo sin equivocarse, estudiar al cliente como si de su empresa se tratara, entendiendo su control interno, diseñando una matriz que contenga los posibles riesgos y dando respuesta a los mismos, aplicando la estrategia más adecuada e incorporando esos datos en un plan global, realizando en todo momento las comunicaciones precisas a los responsables de gobierno de la entidad auditada sobre el avance de la auditoría, dejando evidencia documental de todo cuanto dice o hace, para finalizar, emitiendo un “informe prefabricado” en el que encajar todas las piezas de su lid, para posteriormente, someter todo su trabajo a un riguroso control de calidad que debe finiquitarse compilando todo el proceso completo para dejarlo encriptado e intocable a merced de los revisores que vendrán cual poderoso amo, a verificar que sus siervos han realizado el trabajo como es debido.

¿Miedo yo? Nunca.