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Hace apenas unos días la Comisión Europea publicó la nueva Estrategia Europea de Biodiversidad para 2030, un nuevo y amplio plan a largo plazo con el objetivo de revertir la degradación de los ecosistemas y proteger la naturaleza. Esta estrategia constituye uno de los pilares del Pacto Verde Europeo, la hoja de ruta para atajar los retos climáticos y medioambientales de forma justa e inclusiva, y alcanzar una economía sostenible en la Unión Europea.

Para conocer los antecedentes, el año pasado un extenso informe publicado por el IPBES (Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas) alertó al mundo del estado crítico en el que se encuentran los ecosistemas y puso el foco sobre este problema. Desde entonces, la sociedad ha tomado mayor conciencia de la importancia de la biodiversidad para el desarrollo de la vida humana: juega un rol fundamental en la regulación del clima, el reciclado del agua, la polinización de cosechas, el mantenimiento del suelo, el desarrollo de medicinas y la protección frente a desastres naturales (para saber más sobre la relación entre la economía y la biodiversidad, consulta este otro artículo).

Es más, tal y como señala la Estrategia Europea de Biodiversidad, la pandemia de la COVID-19 ha subrayado el estrecho vínculo que existe entre el medio ambiente y la salud humana, y cómo el riesgo inherente a la aparición y propagación de enfermedades aumenta a medida que se destruye la naturaleza.

Hasta hace poco, la pérdida de biodiversidad no había logrado el protagonismo que se merecía. Incluso la Comisión Europea ha reconocido que, en el pasado, no se han conseguido trasladar de forma efectiva las estrategias a la acción ni cumplir con los compromisos acordados en este ámbito. En respuesta, los objetivos que plantea esta nueva estrategia son mucho más ambiciosos, y aunque falta todavía detalle en cómo será su puesta en marcha sobre el terreno, parece que la implantación de una legislación robusta será clave.

Una de las principales novedades de esta nueva estrategia frente a su predecesora es el papel más relevante que se le da al tejido empresarial. Como señala el documento, se busca abordar el problema desde la perspectiva de las alianzas, y, por tanto, todos los integrantes de la economía y sociedad deben tener su papel. Las compañías tienen un impacto notable en la naturaleza, pero también tienen la capacidad de innovar, aportar soluciones y experiencia para ayudar a solucionar la pérdida de biodiversidad.

Foco en empresas y biodiversidad

Concretamente, la estrategia señala que a partir de 2021 se impulsará una propuesta legislativa sobre gobierno corporativo sostenible, que abordará el cuidado al medio ambiente y debida diligencia a lo largo de la cadena de valor de las empresas. También detalla planes y objetivos específicos para algunos sectores clave, como la agricultura, pesca, forestal, energía e infraestructuras. Todo ello será implantado a través de un nuevo marco de gobierno europeo en biodiversidad, que obligará a los países a reportar su progreso a través de una serie de indicadores.

Por otro lado, este plan no está exento de oportunidades para las empresas: se necesitarán al menos 20.000 millones de euros anuales para implantarla, y al menos un 25% del presupuesto de la Unión Europea dedicado a la acción climática se invertirá en soluciones basadas en la naturaleza. Igualmente, el establecimiento de la taxonomía sostenible ayudará a guiar las inversiones hacia una recuperación económica verde.

El capital natural

Para anticiparse a estas exigencias, las empresas pueden avanzar en ciertos ámbitos. Por un lado, el conocimiento y evaluación de las externalidades de su actividad sobre la biodiversidad podría ser el primer paso. En este sentido, sería interesante plantear una medición de impacto de las compañías sobre el capital natural, de acuerdo con el marco Natural Capital Protocol. El enfoque del capital natural tiene la ventaja de integrar en un mismo análisis los impactos sobre todos los elementos del medio ambiente, así como las dependencias de las compañías, ofreciendo una perspectiva integral y más enfocada a la realidad que otros métodos.

La estrategia también hace referencia a la necesidad de que la biodiversidad se integre en las decisiones empresariales a todos los niveles. Para ello, la Comisión trabajará en 2021 en alcanzar unos estándares para la medición y cuantificación de los impactos en los ecosistemas y sus servicios. En este sentido, es prioritario para las compañías iniciarse en proyectos de monetización de su impacto, a través de métodos basados en la valoración económica de los servicios ecosistémicos, para estar al día de los métodos que apoya esta estrategia.

Durante los últimos meses se ha cuestionado si la sostenibilidad iba a continuar siendo una prioridad para la sociedad, los gobiernos y las empresas. No obstante, el consenso de los expertos, en línea con la continuación de las normativas europeas y nacionales, consolidan la sostenibilidad como un pilar de la reconstrucción económica, y la biodiversidad va a ocupar un espacio predominante en la agenda.

Aixa Del Olmo Mosteiro