Todas aquellas personas físicas o jurídicas que tengan una relación directa o indirecta con tu empresa (proveedores, clientes, agentes, intermediarios, socios o accionistas, consejeros o asesores, cliente del cliente…) pueden tener una alta exposición al riesgo que debe ser observada desde una perspectiva preventiva.
En este sentido, algunos estudios al respecto indican que muchas empresas carecen de un proceso formal para identificar posibles riesgos y crisis ante las relaciones con terceros. Este hecho llama la atención en un contexto como el actual, marcado por mayores exigencias de transparencia y control (nuevas regulaciones, compliance) por parte de reguladores, legisladores y grupos de interés.
Las empresas se enfrentan al reto de contar con un plan integral de prevención de riesgos y fraudes de terceras partes, ¿pero cuáles serían los beneficios de su implantación?