Auditoría & Co

Las NIA-ES (Normas Internacionales de Auditoría adaptadas para su aplicación en España) no son algo nuevo. Ya en un post anterior de diciembre de 2013 comentábamos acerca de la resolución del ICAC que las publicaba.

Lo que sí es nuevo es que ya estamos metidos de lleno en su aplicación práctica, puesto que son de aplicación obligatoria en aquellos trabajos de auditoría referidos a ejercicios económicos que se inicien con posterioridad al 31 de diciembre de 2014, y en todo caso, para los trabajos contratados o encargados a partir de 1 de enero de 2015. Es decir, que las NIA-ES han venido para quedarse.

Por tanto, este es el primer ejercicio en que podremos oír frases como “este procedimiento es necesario para cumplir con las NIA-ES” o “tenemos que hacer hincapié en tal tema debido a las NIA-ES”. ¿Realmente va a cambiar el trabajo desarrollado por el auditor como consecuencia de la entrada en vigor de estas nuevas normas?

Las empresas cuyas cuentas deben estar sometidas a auditoría, al menos las que son auditadas por Grant Thornton, pueden estar tranquilas. El enfoque de auditoría de Grant Thornton incorpora desde hace tiempo criterios y metodología adaptada a las NIA, y su transposición a España no supondrá cambios significativos. Pero, independientemente de lo anterior, ¿qué cambia?

Cambios en la forma de actuar debidos a las NIA-ES

Parece claro que a estas alturas no vamos a innovar especialmente en los procedimientos de auditoría a la hora de analizar saldos y transacciones. Es decir, seguiremos solicitando las cartas de confirmaciones de saldos y transacciones con terceros, que a veces son tan complicadas de obtener, seguiremos analizando las declaraciones de impuestos, el correcto registro de la amortización del inmovilizado, etc. Las NIA-ES aportan sobre todo novedades en otros aspectos distintos a las pruebas de auditoría tradicionales.

Las NIA-ES hacen especial hincapié en el análisis y establecimiento de los riesgos (incluidos los riesgos de existencia de fraude), es decir, en la identificación de aquellas áreas del negocio en las que la posibilidad de encontrar errores es más relevante, así como en el análisis y evaluación de los controles internos establecidos por las empresas para mitigar dichos riesgos. No todas las entidades pueden ni deben ser auditadas de la misma manera, y un enfoque basado en los riesgos y los controles es el más adecuado para asegurar que el trabajo del auditor cumple con su objetivo básico de revisión y verificación de la información económica auditada, de manera que se garantice la fiabilidad de dichos documentos de cara a terceros.

En este sentido, el auditor deberá planificar su trabajo y diseñar sus procedimientos de auditoría precisamente para hacer frente a los riesgos detectados. Esto supone que la auditoría debe ser “personalizada” y no una sucesión de procedimientos rutinarios o “café para todos”. Si queremos, como es nuestro caso, aportar realmente valor añadido a nuestros clientes, debemos ser capaces de entender su negocio, sus retos y sus riesgos, y diseñar un trabajo que responda a su situación concreta.

Controles internos y comunicaciones con los órganos de gobierno

En este escenario cobran especial importancia los controles internos implementados por la entidad. El auditor deberá analizarlos, evaluarlos, probarlos y decidir si confía en ellos por entender que mitigan suficientemente los riesgos detectados. Si es así, las pruebas de auditoría pueden reducirse de manera significativa.

El otro aspecto en el que más puede notarse entre las empresas auditadas la puesta en funcionamiento de las NIA-ES es en la frecuencia y contenido de las comunicaciones con los órganos de gobierno de la entidad. Estas comunicaciones se refuerzan, de manera que el auditor debe comunicar a los responsables del gobierno de las entidades auditadas su responsabilidad en relación con el trabajo de auditoría, los hallazgos significativos encontrados durante el trabajo, así como las deficiencias encontradas en los controles internos analizados. En definitiva, que quede suficiente constancia de que cualquier aspecto significativo es suficientemente conocido por los órganos de gobierno de la Sociedad.

Todo lo anterior con el objeto de que el trabajo del auditor, últimamente bajo sospecha, cumpla con su propósito de contribuir a la transparencia y fiabilidad de la información económico financiera de las empresas auditadas, algo que en Grant Thornton forma parte innegociable e irrenunciable de nuestra manera de entender esta profesión.

Alfredo González
Director de Auditoría en Grant Thornton