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Estamos justo a las puertas de la COP 25 en Madrid. En esta cumbre, uno de los aspectos clave va a seguir siendo el de la financiación de la transición hacia una economía baja en carbono. La descarbonización de la economía es actualmente uno de los mayores retos globales, y requiere una transformación importante en relación a los actuales modelos económicos enfocados en el corto plazo.

En el panorama mundial, y especialmente en el europeo, las iniciativas regulatorias están respondiendo a este reto a través de diferentes políticas que fomentan la adopción de cambios en los actuales modelos de negocio con una perspectiva de más largo plazo. Para conseguir esa transformación y el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030 es necesario actuar impulsando diferentes medidas, sobre todo enfocadas a facilitar la financiación de nuevos modelos de negocio y la transformación de los actuales.

La iniciativa política de Finanzas Sostenibles está asignando un rol clave al sector financiero puesto que son necesarias inversiones por valor de unos 180 mil millones de euros anuales. Asimismo, esta iniciativa promueve acción en tres grandes esferas:

1. La necesidad de impulsar que el sistema financiero reoriente los flujos de capital hacia inversiones sostenibles, a fin de alcanzar un crecimiento sostenible e inclusivo

2. La necesidad de trabajar para conseguir una adecuada gestión de los riesgos financieros derivados del cambio climático, el agotamiento de los recursos, la degradación del medio ambiente y los problemas sociales

3. La necesidad de impulsar modelos de medición e información corporativa que fomenten la transparencia y el largoplacismo en las actividades financieras y económicas.

Un sistema financiero orientado a la sostenibilidad

En este entorno queda claro que la regulación del sistema financiero europeo tiende a la adopción de iniciativas que permitan entender el valor real de las carteras. Dichas iniciativas orientadas a la adecuada gestión de los riesgos no financieros de medio y largo plazo y por ello, los nuevos marcos de formulación de información, orientados a la transparencia sobre la gestión de riesgos de largo plazo y a la comparabilidad, van a ser de suma importancia. Los actuales marcos de información financiera están orientados a ofrecer información sobre los resultados actuales y es necesario trabajar en su evolución, de modo que puedan ofrecer información que permita entender cómo los riesgos del largo plazo afectarán a los modelos de negocio y qué capacidad de adaptación y de resiliencia presentan las compañías ante los mismos.

En enero de 2018 el Grupo de Expertos de Alto Nivel (“Sustainable Finance High Level Expert Group”) constituido a iniciativa de la Comisión Europea, emitió sus recomendaciones en relación a los cambios que el actual sistema financiero europeo debe ir adoptando para fomentar la transición de los actuales modelos de negocio hacia la economía baja en carbono ,y claramente especifican algunas medidas que abogan por la introducción de factores extra-financieros en los modelos de información corporativa, así como la necesidad de evaluar el comportamiento de las compañías en su capacidad de creación de valor a largo plazo.

Del mismo modo, también se están definiendo nuevos modelos de aseguramiento que permitan ofrecer fiabilidad sobre la información no financiera y sobre el desempeño de las compañías en este entorno de largo plazo y de gestión de riesgos extra financieros. Concretamente, en el ámbito de la gestión de los riesgos y las oportunidades del cambio climático, la Comisión Europea considera muy relevante la incorporación de las recomendaciones elaboradas por el Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD) a la información corporativa. Estas recomendaciones establecen un primer marco específicamente orientado a ofrecer información sobre la capacidad de las compañías de adaptar sus actuales modelos de negocio a los riesgos del cambio climático.

El regulador espera que las compañías informen sobre su modelo de gobierno ante estas cuestiones, sus políticas y estrategias, así como sobre la gestión de los riesgos derivados del cambio climático, y que ofrezcan objetivos y métricas que permitan evaluar los resultados de la aplicación de la estrategia y de la adecuada gestión de riesgos. Esta información, va a ser especialmente requerida por los reguladores de los mercados y especialmente por los reguladores financieros.