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Los inversores tienen un trabajo difícil. Consiste, en resumidas cuentas, en intentar adivinar lo que está por venir. Dado que todavía no han sido inventadas las bolas de cristal que funcionen, el éxito reside en que los aciertos superen a los errores. Como es sabido, el futuro es incierto. También para compañías e inversores. La incertidumbre tiene que ver con que más allá de algunas premisas básicas –laboriosidad, mesura, honradez o cuidado de la reputación- que ya se podían encontrar hace más de dos siglos en los Consejos a un Joven Comerciante de Benjamin Franklin, no existe una poción mágica para el éxito empresarial. Por eso nadie, que se sepa, se ha convertido en renombrado empresario siguiendo las enseñanzas de la profusa literatura que promete el éxito en cinco sencillos pasos.

Además, lo prevalente en el mundo empresarial no es el éxito sino el fracaso. Hay quien ha estimado que cada año desaparecen el 10% de las compañías. Otras estadísticas nos dicen que la esperanza de vida de las mayores compañías del mundo está por debajo de los 20 años y en retroceso. Otros, como Paul Ormerod, nos dicen que la relación existente entre las tasas de desaparición de las compañías y su tamaño es similar a la que describe la tasa de extinción de las especies.

El legendario inversor Benjamin Graham entendía que la diferencia entre un inversor y un especulador estriba en que el primero toma las decisiones cuando cuenta con un cierto margen de seguridad. Dado lo incierto del futuro, el margen de seguridad de un inversor que apueste por el futuro de una compañía debe descansar en conocer suficientemente tanto los números como su modelo de negocio, de gobierno y de gestión. Esto es lo que permitirá seleccionar buenas compañías, con modelos de negocio y de gestión rigurosos y dirigidas por gestores honestos y competentes. A lo largo de los últimos tiempos ha aumentado el número de inversores relevantes que afirman que las cuestiones extra-financieras son relevantes para determinar la capacidad de una compañía de crear valor de manera sostenida y, por lo tanto, que deben formar parte de sus políticas y procesos de inversión. Estos inversores entienden que su margen de seguridad se ensancha cuando revisan si las compañías están siendo diligentes en la supervisión y gestión de asuntos extra-financieros que pueden tener consecuencias sobre la salud a largo plazo del negocio. Como en todo en la vida, también en la convicción de la importancia de las cuestiones extra-financieras en la inversión hay pioneros. Dow Jones Sustainability Index es uno de ellos.

S&P Dow Jones Indices y RobecoSAM han hecho público el listado de compañías constituyentes de Dow Jones Sustainability Index. Es una familia de índices selectivos. Las compañías constituyentes, elegidas entre las mayores compañías cotizadas del mundo, deben acreditar modelos de gobierno y de gestión avanzados en asuntos extra-financieros o de sostenibilidad. Superar el examen no es nada fácil; alrededor de un 10% de las compañías son seleccionadas. Y el examen se repite cada año.

Dow Jones Sustainability Index evalúa a las compañías en alrededor de veinte áreas de gestión. El objetivo es entender en qué medida están administrando y gestionando adecuadamente aquellos asuntos –buen gobierno, estrategia fiscal o desempeño ambiental, entre otros- que pueden tener un impacto sobre la salud del negocio en el largo plazo. Creen que prestar atención a estas cuestiones mejora la probabilidad de éxito del inversor.

Los resultados de la revisión 2016 de Dow Jones Sustainability Index ofrecen buenas noticias para las compañías españolas. Dieciocho del total de las elegibles (aproximadamente un 50%) se han convertido en constituyentes en el índice global y catorce en el europeo. Tales resultados permiten constatar que las principales compañías españolas cuentan con modelos de gobierno y de gestión a la altura de los mejores del mundo.

Ser compañía constituyente de Dow Jones Sustainability Index es un indicador de excelencia del modelo de gobierno y de gestión acreditado y reconocido por el mercado. Por supuesto, Dow Jones Sustainability Index no es infalible. Y en ocasiones seleccionará a malas compañías. Pero, por favor, el inversor que nunca se haya equivocado, que tire la primera piedra.

Autor: Ramón Pueyo Viñuales, socio en Gobierno, Riesgo y Cumplimiento de KPMG en España

Fuente: El Economista. Publicado el 09 de septiembre de 2016