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“El precio del bitcoin supera los 50.000 dólares”. “Tesla habría ganado ya 1.000 millones de dólares en apenas un mes con su inversión en bitcoin”. Estos son solo algunos de los titulares que han lanzado los medios de comunicación de nuestro país en los últimos días.
Estoy segura de que, a estas alturas, has escuchado el vocablo bitcoin en más de una ocasión. Y de que, si te preguntara por lo que es, me contestarías “Una criptomoneda”. Pero, ¿quieres conocer las curiosidades y anécdotas que se esconden detrás de este medio de pago del que todo el mundo habla? Si es así, te invito a seguir leyendo.

Una criptomoneda (kryptos en griego significa oculto) es un tipo de dinero digital, es decir, que no existe físicamente, y que utiliza técnicas de cifrado para generar unidades monetarias y verificar transacciones económicas. Los algoritmos matemáticos son una pieza fundamental de su funcionamiento.

El bitcoin (BTC) es solo una de las criptomonedas existentes en el mercado, si bien es la más conocida, probablemente porque fue la primera que se creó. Sin embargo, podemos encontrar miles de tipos de criptomonedas, como pueden ser ether, litecoin, ripple o dash. Todas tienen un funcionamiento muy similar, pero nos centraremos en el bitcoin, la reina de todas ellas.

El bitcoin fue inventado por Satoshi Nakamoto entre los años 2008 y 2009, como respuesta a la crisis financiera internacional originada en Estados Unidos en el 2007. En efecto, conducido por la desconfianza que le generaba el sistema bancario tradicional, decidió crear una moneda que escapara del control de los gobiernos y las entidades financieras.

Pero, ¿quién es esa persona? Pues ocurre lo mismo que con el artista callejero Banksy. Lo que es evidente es que el pseudónimo que ha escogido es japonés. Pero no sabemos quién está detrás. De hecho, podría tratarse tanto de una persona como de un grupo de individuos.

Lo que sí conocemos es la primera transacción que se realizó con bitcoins. ¿Te imaginas en qué se gastaron? Pues en nada más y nada menos que en dos pizzas. Corría el año 2010 cuando un hombre de Estados Unidos hizo un pedido en Papa John’s por un importe de 10.000 bitcoins, lo cual se correspondía, en aquella época, a unos 41 dólares. Hoy en día, esas pizzas serían las más caras de la historia.

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El hecho de que los bitcoins se basen en un método de cifrado trae consigo dos consecuencias. Por un lado, que no se pueda conocer la identidad de los usuarios. Y, por otro, que el sistema de transferencias sea seguro. En efecto, es prácticamente imposible que se cometan robos y falsificaciones de dinero.

Otra de las características de los bitcoins, como ya adelantamos en el porqué de su creación, es que escapan al control institucional, por lo que no dependen de ningún Estado o banco. Se trata de un sistema democrático, basado en el consenso de sus usuarios. Por tanto, podemos decir que está asentado en una red P2P (peer to peer, esto es, de igual a igual). Y una consecuencia de ello es que, hoy por hoy, la regulación de las criptomonedas es muy escasa.

Por otro lado, circula cierta información que afirma que una de las grandes ventajas de los bitcoins es que no existen costes de transacción. Pero esto no es cierto, ya que los denominados mineros, que son los encargados de poner en circulación los bitcoins y de validar las transferencias, cobran una comisión por su trabajo.

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Asimismo, si bien es cierto que el valor del bitcoin está últimamente “por las nubes”, no hay que olvidar que se trata de una moneda muy volátil, es decir, que su precio cambia constantemente. Por tanto, habría que tomar precauciones a la hora de invertir.

Ahora llega una de las preguntas del millón: ¿Qué puedo hacer con los bitcoins que he comprado? Pues existen multitud de opciones. Puedes venderlos, intercambiarlos por otro tipo de criptomonedas, o, incluso, pagar productos y servicios con ellos. Multitud de comercios aceptan los bitcoins como medio de pago. Ello sucede en el sector de los videojuegos, de la informática o de los viajes.

Sonia Quintana Martín
Legal Compliance Specialist

Fuente : Bilanx

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