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La expansión del coronavirus (Covid-19), la globalización de la sociedad en general y de la economía en particular, ha desencadenado que la sociedad y las empresas se muevan en un entorno hostil de manera precipitada y abrupta, sin tiempo de adaptación o anticipación. La crisis sanitaria ha golpeado de forma generalizada afectando a todos los ámbitos y sectores económicos.
Las empresas deben afrontar distintas situaciones que requieren de la toma de decisiones en todas las áreas: laboral, fiscal, gestión de RRHH, legal, financiero, planificación de la actividad, y su compromiso y responsabilidad social.

Las decisiones a las que se enfrentan las compañías vienen marcadas por las instrucciones de las autoridades sanitarias, gubernamentales, autonómicas y locales, así como por la propia reacción de clientes y proveedores, del personal y de la sociedad en general. Por tanto, es un ejercicio de gestión de crisis en un entorno de incertidumbre y extrema volatilidad de los acontecimientos a los que ni la sociedad ni las empresas se han enfrentado anteriormente, que exigirán medidas extraordinarias ante circunstancias extraordinarias. Y el éxito en la gestión de la crisis dependerá del acierto en la toma de esas decisiones en cada uno de los escenarios.

Ante este entorno cambiante la flexibilidad, rapidez y adaptación es la máxima que debe presidir la toma de decisiones y la adopción de las políticas más adecuadas de los distintos escenarios y sectores de actividad: sector industrial, turismo y hostelería, retail, consultoría e ingenierías, etc. Todos y cada uno de los sectores se han visto afectados y las empresas deberán aplicar aquellas medidas que mejor se adapten a sus problemas y circunstancias en cada momento.

Ante esta necesidad de reajuste de recursos y actividad cada una deberá realizar un “traje a medida” que permita afrontar la crisis en las mejores condiciones posibles para cada una de sus fases, sabiendo que estas medidas no van a ser definitivas, permanentes ni estables. Al contrario, serán cambiantes y adaptadas al entorno hostil en el que nos movemos.

Desde la perspectiva laboral, las entidades deben estar preparadas ante situaciones tales como:

  • Reducción de la Actividad
  • Bajas por enfermedad y aislamiento
  • Cancelación o Drástica Reducción de la Actividad
  • Conciliación de la actividad con las recomendaciones sanitarias

Y desde el punto de vista legal y de cumplimiento de las obligaciones por parte de los administradores será otra área clave que se verá afectada, puesto que es el mes de marzo en el que la inmensa mayoría de las Sociedades deben celebrar su consejo de administración para entre otras cosas formular las cuentas anuales del ejercicio cerrado a 31 de diciembre de 2019, y con toda probabilidad para hacer el seguimiento de la crisis, las medias a adoptar, la eficacia de las medidas adoptadas, y en su caso, el análisis de otras más drásticas si llegase el caso.

Hasta ahora la reunión presencial de los consejeros ha sido la práctica habitual, pero la aparición y expansión del coronavirus imposibilitará los desplazamientos y no hará aconsejable la reunión presencial. La Ley de Sociedades de Capital, salvo que los Estatutos establezcan lo contrario, ofrece algunas alternativas al respecto.

La perspectiva fiscales otro de los ámbitos en los que la empresa puede encontrar dificultades y que deberá gestionar, concretamente en la presentación de las obligaciones tributarias y el pago de las deudas tributarias.

Descarga la siguiente guía en la que describimos las situaciones a las que las empresas se enfrentarán y las alternativas y herramientas de las que dispone para afrontarlas con éxito.