Auditoría & Co

Cualquier tiempo pasado, si fue malo, nunca lo será si hemos aprendido algo de él. Multitud de empresas cerradas, de expedientes de regulación de empleo, de reducciones salariales, de modificaciones de contrato, de descuelgues tanto salariales como de convenio, de despidos objetivos, de conflictos colectivos y de juicios (¡muchos juicios!), que han provocado el consiguiente desgaste en las relaciones laborales, lo que me lleva a plantear qué hemos aprendido las empresas durante la crisis desde la perspectiva laboral o, al menos, qué deberíamos haber aprendido.

Y, al menos, de un tiempo a esta parte he notado que en las operaciones de compraventa de empresas, el comprador, que años atrás para ajustar su presupuesto decidía prescindir de la revisión laboral, ahora ya raramente lo hace. Los compradores han aprendido que una operación financieramente impoluta puede arruinarse porque en la empresa existe una gran conflictividad laboral, porque existen unas normas anteriores pactadas en tiempo de bonanza (en ocasiones con poco conocimiento) que le impedirán adoptar medidas flexibles en la compañía que compra.

También han aprendido que en las entidades no sólo hay contingencias fiscales sino que las hay en Seguridad Social y pueden ser mucho más elevadas. Que detrás de un accidente de trabajo o de una falta de medidas de seguridad no sólo hay un drama humano o una escasa visión social, sino sanciones de altísimos importes económicos y responsabilidades penales que no se pueden asegurar.

Que realizar una incorrecta política de contratación es pan para hoy y hambre para mañana y que el mañana llega cuando menos te lo esperas. Que dentro de ese mañana tu trabajador de confianza se puede ir y que se irá llevando con él tu knowhow muchas veces a la competencia. Que los trabajadores son personas y que pueden fallarte al igual que otras personas en la vida y tener la tentación, sino pusiste controles, de hacer suyo lo que no lo es.

Lección aprendida es pues que las políticas de Recursos Humanos son importantes y necesarias para el crecimiento de la empresa pero que el desconocimiento de las relaciones laborales y la relajación en su aplicación, antes o después, incide directamente en la cuenta de resultados.

También he notado que los directores de Recursos Humanos que entran en una nueva compañía solicitan a su asesor de confianza una revisión laboral antes de iniciar su camino para saber qué van a encontrarse. Muchos con la crisis aprendieron que lo que siempre se había hecho así, incluso antes de que ellos llegaran no iba a servirles cuando se generara un conflicto. Lección aprendida es pues que el ‘siempre se haya hecho así’ no significa bien, sino que nunca fue revisado.

Que cualquier papel sirve sino hay conflicto, porque el papel lo aguanta todo, pero que los papeles no existen para cuando todo va bien sino justo para cuando no y, sobre todo, que los riesgos pueden asumirse pero para ello deben conocerse. Parece pues, que hemos aprendido con la crisis que debemos conocer una empresa desde la perspectiva de las relaciones laborales y que nadie duda de que realizar una auditoría laboral nos permitirá saber qué contingencias podemos encontrarnos y es imprescindible porque antes o después afectará a la cuenta de resultados.

¿Qué nos falta por aprender? Pues que además de las contingencias laborales que pueden restar valor a la empresa que detectaremos con una auditoría laboral corriente y que resultan cuantificables en su mayoría, hay otros elementos en la compañía que le suman o restan valor desde un punto de vista laboral y de los que a través de una auditoría no seremos informados porque no se solicitan. Me refiero a un paso más allá:

  • ¿Qué vale mi empresa desde la perspectiva laboral?;
  • ¿Qué suma o resta valor a la empresa sin muchas veces ser cuantificable? Una empresa con un convenio colectivo que permite una gran flexibilidad en cuanto a la distribución de tiempo de trabajo vale más que una empresa que no cuenta con dicho acuerdo, ya que ésta última se verá obligada en puntas de trabajo a abonar horas extras o acudir a Empresas de Trabajo Temporal, mientras que es probable que en otras épocas tenga a los trabajadores en plantilla a bajo rendimiento.
    1. Una empresa que pacta obligatoriamente un incremento salarial sin estar sujeto a resultados vale menos que una empresa que si los sujeta a resultados o que no ha pactado dicho incremento con carácter obligatorio.
    2. Una empresa que pactó que no absorbería ni compensaría salarios vale menos que una que no lo hizo porque ésta última podrá compensar los incrementos de salario que devengan obligatorios con el salario ya abonado.
    3. Una empresa con gran conflictividad laboral vale menos que una empresa que no la tenga.
    4. Una empresa con personal muy antiguo puede valer más si aportan un gran knowhow o también menos que una con personal de menos antigüedad si hay que realizar amortizaciones.
    5. Una empresa con grandes compromisos por pensiones vale menos que una que nos los tenga. Una empresa con blindajes muy elevados vale menos que una empresa sin ellos. Una empresa con cláusulas de no competencia vigentes vale más que una que no las tenga si en ambos casos resultaban necesarias.
    6. Una empresa con subcontratas sin control vale menos que una que no las tenga o las tenga controladas.

    ¿Necesitaremos otra crisis para aprender esta última lección?