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Desde que hace casi cinco años la UE aprobara las bases de la actual Unión Bancaria, esta se ha asentado como una realidad incuestionable, con unos logros significativos que tienen que ver con un único sistema supervisor, con una normativa más uniforme y con un sector financiero más saludable y preparado para afrontar futuros episodios de crisis. Sin embargo, las mayores exigencias en materia, principalmente, de provisiones derivadas de la nueva regulación que entrará en vigor en los próximos años, junto con el actual contexto de negocio y de bajos tipos de interés seguirán presionando la rentabilidad de los bancos europeos. El informe Unión Bancaria, el precio de la estabilidad, elaborado por PwC, considera que la entrada en vigor –a partir del 1 de enero de 2018- de la nueva normativa contable -IFRS9- que endurece el tratamiento de las provisiones por insolvencia podría obligar a la banca europea a incrementar sus provisiones un 20%, de media. Una circunstancia a la que se sumará, más que probablemente, un aumento todavía por cuantificar de las exigencias de capital como consecuencia de la revisión que actualmente realiza el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, en lo que se ha venido a llamar Basilea IV o Basilea III revisado.

La banca, ante la gran metamorfosis
Rentabilidad de las entidades significativas en Europa

Pero las nuevas exigencias regulatorias no son los únicos aspectos que están afectando a las cuentas de resultado de las entidades financieras. El actual escenario de bajos tipos de interés, la pesada estructura de gastos de las entidades, el alto coste de las inversiones en tecnología y el fuerte incremento de la competencia, con la llegada de nuevos entrantes de otros sectores, son factores que están aumentando la presión sobre la rentabilidad de la banca europea. Prueba de ello es que, en el segundo trimestre de 2016, el promedio del rendimiento de capital (ROE) de los grandes bancos de la zona euro fue del 5,9%, superior al de los años posteriores a la crisis financiera, pero claramente por debajo del coste estimado del capital del 8%. En el caso de España, la rentabilidad de nuestra banca está por encima del promedio europeo gracias a la diversificación internacional de nuestros grandes bancos. Aunque también es cierto que las entidades financieras españolas son más dependientes de los tipos de interés: el 67% de sus ingresos están vinculados a la evolución del precio del dinero frente al 56% de la banca europea.

Capítulo aparte, en todo este nuevo contexto, merece la aparición en el mercado de las fintech, por su vinculación con las tecnologías, como nuevos intermediarios financieros. Otro de los factores que está restando negocio a los bancos europeos, sobre todo, en las áreas relacionadas con los pagos online y con las transferencias. La competencia forma parte de las reglas del juego pero algunas entidades creen que estos nuevos actores parten con ventaja, ya que no están sometidos a los estrictos criterios de regulación y supervisión de las entidades tradicionales. La respuesta de los bancos ante la amenaza de las fintech es todavía incierta pero hay señales de que las entidades han optado por la vía de la colaboración, antes de ponerse a competir con compañías más ágiles, eficientes y ligeras.

RoE (Return on equity)
Estructura de ingresos de las entidades significativas en la Unión Europea por país
En este escenario, ¿cómo deben reaccionar las entidades financieras?

"Sería un error pensar que el contexto actual es una tormenta pasajera y, aunque es posible que a medio plazo la tendencia de los tipos de interés cambie, la transformación que está experimentando el sector es mucho más profunda y estructural. Los cambios en la regulación y en la supervisión, en la tecnología y en los comportamientos de los clientes obligan a la banca europea a reinventarse”

Alberto Calles, Socio responsable de la Unidad de Regulación Financiera y Riesgos de PwC.

El estudio incluye, además, una serie de recomendaciones para ayudar a las entidades financieras europeas a moverse en el nuevo escenario regulatorio y son las siguientes:

  • La nueva regulación no está, ni mucho menos, concluida. Todavía queda mucho camino por recorrer, tanto en regulaciones de primer orden como en otra de orden menor, y el potencial impacto en la gestión de las entidades es muy elevado.
  • Hacer de la necesidad virtud y mejorar la gestión. Se trata de rentabilizar el tremendo esfuerzo que supone la nueva normativa y hacer más eficiente la gestión de la entidad. Para ello es fundamental replantearse la estructura organizativa de cada entidad y asumir el modelo de riesgo de Tres Líneas de Defensa –negocio, control del riesgo y cumplimiento y auditoría interna-, que se han convertido en un estándar en el sector.
  • Adaptarse a los cambios en los equipo de inspección. Las entidades de crédito deben hacer esfuerzos suplementarios para explicar a los integrantes de los nuevos equipos conjuntos de supervisión del Mecanismo Único de Supervisión (MUS) la realidad de la cultura y de la forma de trabajar de cada banco. No hay que dar nada por sabido ni fiarse de su capacidad para conocer la entidad en profundidad.
  • Extremar la vigilancia sobre la conducta. La tendencia supervisora internacional apunta a un endurecimiento de los procedimientos contra las entidades por prácticas ilícitas. La preocupación de las autoridades supranacionales europeas en este sentido es creciente y la Autoridad Bancaria Europea (EBA) ya ha incluido entre sus prioridades la protección de los clientes minoristas.

Fuente: PwC

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