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Al cierre del año 2018, acorde con el ICEA (Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones), el sector asegurador supone algo más del 5% del PIB de la economía española desde el punto de vista de su recaudación anual. No obstante, este porcentaje pasa a ser mucho más importante, en función de otros elementos tales como: inversión en deuda pública, generación de empleo o prestaciones atendidas.

Los seguros de autos, hogar, comercios, salud o industrias crecen en su conjunto por encima del crecimiento de la economía, un 3,94% en 2018, mientras que los seguros de vida, tienen una evolución diferente, distinguiéndose entre:

  • Vida riesgo (muerte o invalidez) durante el año pasado crecieron en torno al 12%.
  • Vida ahorro (rentas, capitales y pensiones), las primas recaudadas en el 2018 han decrecido un 1,68% respecto al año anterior. No así el ahorro gestionado por las aseguradoras, que ha crecido un 2,4% más, situándose en 188.089 millones de euros, lo cual evidencia entre otras cosas que las inversiones de las aseguradoras en activos.
  • En cuanto a seguros de industrias, comercios, hogar y comunidades, han experimentado un crecimiento no vinculado al incremento del número de empresas en España. Sin embargo, las primas no crecen tanto como la siniestralidad, con lo que la cuenta de resultados se resiente, y en el caso de industrias y comercios se ha situado en negativo. Por otra parte, se observó un crecimiento en las pólizas de hogar directamente relacionado al aumento de la construcción de viviendas.
  • En cuanto a los seguros de vida o de ahorro colectivo, este tipo de productos han descendido. No obstante, vida y pensiones sigue siendo un mercado potencial aunque complejo, y la industria aseguradora deberá seguir defendiendo el sistema de capitalización como herramienta para las futuras pensiones y los beneficios del seguro de vida.

Para el año 2019, se estima que el sector siga creciendo no solo a nivel global, sino también a través de los ramos más relevantes. Sin embargo, existen algunos aspectos que pudieran afectar la rentabilidad o la industria como son los cambios en los hábitos sociales y de consumo; por ejemplo, del seguro para autos se espera un crecimiento en torno al 1-1,5%, debido a factores intrínsecos, como la evolución del parque automovilístico en España, o cambios sociales en el uso del automóvil o el uso compartido, lo cual hace disminuir la utilización del vehículo; incluso, y no menos importante, los cambios legislativos basados en nuevas políticas respecto al medio ambiente, que tendrían su impacto en los hábitos de los consumidores.

En el caso de seguro de salud, se prevé un crecimiento del 5% muy por encima del PIB y del resto del ramo de seguros. Sobre este particular, existe un especial interés en el uso de la tecnología o de soluciones sostenibles en los centros sanitarios y hospitales.

Por otra parte, de acuerdo con estudios sectoriales, el sector asegurador tendrá como objetivo atraer una gama de ofertantes (en el extranjero, privado fondos propios, pensiones y fondos institucionales); la adquisición o desarrollo tecnológico deberá ser una creciente o un objetivo importante. Adicionalmente, en tales estudios se indica que el sector seguirá generando acuerdos de fusiones y adquisiciones no participativas, entre otros aspectos.

Finalmente, considero que la aparición de una serie de riesgos emergentes como los ataques cibernéticos, protección de datos, daños medioambientales son ejemplos de nuevas necesidades de aseguramiento. Y, en todos los casos, la aplicación de métodos basados en nuevas tecnologías podría ayudar a simplificar la contratación de productos, a diseñar productos específicos, a resolver siniestros, o a mejorar el servicio post-venta, son algunos ejemplos de los retos que enfrenta el sector asegurador. Sin perjuicio, de los efectos demográficos del envejecimiento que pondrán una tensión creciente en programas de seguridad social y podrían acelerar la demanda de seguros de vida, salud y ahorro a largo plazo.