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La pandemia causada por el COVID-19 ha alterado el panorama económico mundial de forma radical. Los efectos de la pandemia en los hábitos y creencias de la población se han podido percibir desde que comenzó la crisis sanitaria, con la llegada del confinamiento, hasta hoy “nueva normalidad”. Sin embargo, más allá del impacto en la vida de millones de personas, la pandemia ha supuesto un duro golpe en la evolución de la economía mundial, vislumbrándose tres claros efectos sobre la misma: impacto inmediato en el volumen de producción; alteración en las cadenas de suministro y distribución; e impacto financiero en las empresas y en los mercados de valores. El 17 de marzo de 2021, el Departamento de Economía de la CEOE publicaba un informe monográfico donde se ponían de manifiesto los graves daños ocasionados por la presente crisis en el tejido productivo español. Según este informe, hasta la fecha se había producido una disminución de los ingresos en 2020 con respecto a 2019 de 287.000 millones de euros en el conjunto de sectores analizados, siendo los sectores vinculados al turismo los que habían sufrido una mayor pérdida.

En este sentido, la expansión del COVID-19 ha desencadenado que las empresas se muevan en un entorno hostil, de incertidumbre continuada y, sin margen para la adaptación o anticipación. La disminución generalizada de la actividad productiva ha impactado a la gran mayoría de las empresas, siendo menor el efecto en aquellas suficientemente preparadas digitalmente para afrontar el teletrabajo.

Concretamente, el sector de la hostelería en España ha sido el más afectado. Este sector cuenta con un peso en la economía española entre dos y tres veces superior al que puede tener en otros países, además de representar un 6,2% de nuestro PIB, generando 124 mil millones de euros al año y empleando a 1,7 millones de personas.

La inactividad casi total sufrida durante los meses de marzo y junio de 2020, debida a la declaración del estado de alarma el 14 de marzo, así como las restricciones establecidas con posterioridad como consecuencia de los rebrotes surgidos y la nueva declaración del estado de alarma el 25 de octubre, han provocado efectos devastadores para este sector. En la actualidad, parte importante de la población depende de que el sector hostelero se recupere. Esta cifra representa a todos los empleados de bares, restaurantes y alojamientos que permanecen en ERTE todavía, y supone casi la mitad del total de trabajadores en esta situación en España.

Respecto al sector del turismo, otro de los que más está sufriendo este duro golpe y directamente relacionado con el anterior, se encuentra aún en una situación desoladora. Solo entre los meses de enero y septiembre de 2020, España perdió 43.000 millones de euros en ingresos procedentes del turismo internacional.. Para entender la magnitud del impacto, la pérdida de los ingresos en España supera el impacto en Francia e Italia conjuntamente. La clave de este comportamiento negativo se explica principalmente por la concentración del turismo de “sol y playa” en el final de la primavera y el verano, precisamente los meses más afectados por la pandemia. El gráfico siguiente muestra los ingresos perdidos procedentes del turismo exterior entre enero y septiembre de 2020 (en millones de €).

gráfica artículo Paula Guerra

El turismo en España aporta más del 12% del PIB total. Este porcentaje únicamente se supera en el mundo por Jordania, Fiji y Macao (China). Se estima que el Gobierno español ha destinado 24.000 millones de euros para reactivar el sector, ante las previsiones de una lenta recuperación. El Banco de España sugiere impulsar la digitalización, formar a los empleados del sector y modernizar la oferta para captar a turistas de mayor nivel adquisitivo y de larga distancia, para mitigar así los efectos de la pandemia a largo plazo.

Si analizamos la situación en términos de volumen, es evidente que las pymes se enfrentan a un problema de capacidad para combatir los tiempos difíciles. Las empresas de menor tamaño sufren con mucha más intensidad la crisis y carecen de recursos para sobrevivir ante la falta de actividad por la caída de la demanda. La fuerte caída de la facturación eleva significativamente las necesidades de tesorería de las empresas y, a pesar del aumento de la ratio de liquidez de este tipo de empresas antes de la crisis sanitaria, sus colchones de liquidez siguen siendo insuficientes para hacer frente a sus necesidades. Si bien es cierto que los cambios en las políticas económicas han contribuido decisivamente a relajar las condiciones de financiación para estas empresas con el acceso a métodos de financiación, esto no ha sido ni es una solución sólida, puesto que conlleva a un deterioro de la rentabilidad en el largo plazo.

La clave para las pymes es seguir generando ingresos para sostenerse en el mercado, y una vía para ello es la digitalización de los procesos. Este requisito que antes parecía un “extra” para aumentar la productividad y las ganancias, se ha vuelto, a día de hoy, indispensable para que este tipo de empresas sobrevivan y, tanto los gobiernos como los fondos Next Generation EU pueden tener un papel esencial en la adaptación tecnológica de estas empresas. La puesta a disposición de herramientas de autodiagnóstico digital y las ayudas europeas permitirán a las empresas centrar sus esfuerzos en este ámbito y adaptarse a la tecnología de forma ágil y rápida. Lo importante es contar con el asesoramiento de profesionales expertos en transformación digital y de ayudas e ayudasincentivos.

Por último, cabe mencionar el papel que ha adquirido el teletrabajo en nuestro país como consecuencia de la crisis del COVID-19. Solo un 8,3% de los trabajadores españoles recurrían a la opción de trabajar en remoto desde casa bien habitualmente o bien de forma ocasional. La declaración del estado de alarma en marzo de 2020 no dio otra opción a aquellos empleados que no desempeñaban trabajos considerados de primera necesidad. A medida que el COVID-19 avanzaba y las medidas de confinamiento se endurecían, las empresas tuvieron que optar por este método de trabajo para poder mantener los empleos y no paralizar su actividad. Es por esto que, si se analiza la mayor o menor penalización de la pandemia en cada uno de los sectores económicos, los que mayor impacto han recibido han sido los que menos capacidad tienen para implementar el teletrabajo.

El elevado ritmo de vacunación y la inminente llegada de las primeras partidas de los fondos europeos para la recuperación, anima a confiar que la situación mejore y progresivamente nos lleve de nuevo hacia el necesario cambio cíclico y a una situación de crecimiento.

Paula Guerra