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Disponer de una alternativa a los servicios centralizados es desde luego una oportunidad de acceso a nuevos intervinientes en el mercado. Nuevos modelos de negocios desarrollados por personas inteligentes y honradas que confían en otras personas a las que no conocen y que presuponen igualmente inteligentes y honradas. Casos como el de Airbnb o Uber son ejemplos en los que la economía colaborativa ha dado importantes pasos. Realidades hoy que han abierto un camino que seguirá sin duda desarrollándose a costa de disminuir los costes de transacción en el momento en el que usuarios deciden confiar unos en otros.

Este es el caso de los enigmáticos ciudadanos que se esconden tras el nombre de Satoshi Nakamoto. Hoy más conocidos como los inventores de la primera criptomoneda realmente global – bitcoin – pero que en el futuro lo serán seguramente por el subyacente que lo mueve – el protocolo blockchain.

Esta máquina de la confianza, como fue titulada por The Economist, resuelve de forma sencilla problemas principales en la era digital como son la identidad o la integridad, pero fundamentalmente transformará en el futuro a caros sistemas centralizados con supervisión del cumplimiento por ligeros sistemas descentralizados capaces además de ofrecer una mayor seguridad.

Cómo funciona blockchain

El protocolo blockchain transformará sin duda la forma en la que hemos estado haciendo cumplimiento y responsabilidad empresarial hasta la fecha. Una evolución de aplicación inmediata ahora para reglas sencillas, en el futuro para cualquiera que pueda ser parametrizable en un algoritmo. Para entender cómo funciona pongamos un ejemplo:

Tenemos un grupo de 10 personas. Cada una de ellas dice tener un color favorito. Divididos en parejas, los dos integrantes de la pareja informan al otro su color escogido. En el momento que se produce la comunicación – transacción – se produce un bloque que queda almacenado en todos los integrantes del grupo. La información de la otra parte de la pareja produciría un segundo bloque y de la misma manera las otras “transacciones” producidas en el intercambio de información de las 4 parejas restantes, creando una cadena de 10 bloques. Al final de esta primera ronda, todos los integrantes tendrían 10 bloques con la misma información.

Ahora el grupo se mezcla y se crean nuevas parejas. Cuando el integrante de una pareja informa de su color favorito se vuelve a producir un nuevo bloque. Pero para que se pueda añadir un nuevo bloque, éste debe ser coherente con la respuesta anterior dada – algoritmo –que el resto de integrantes del grupo posee. Si no fuera así no se llevaría a cabo la transacción.

No habría por tanto capacidad de “cambiar de color favorito” sin el consenso de todos los integrantes grupo ya que son estos los que en definitiva certifican la transacción añadiendo a su vez un bloque nuevo a su cadena. Cada vez que se une un nuevo integrante, cuando se realiza una nueva transacción, el sistema se hace más fuerte y menos vulnerable. Si alguien quisiera manipular la cadena sería necesario hacerlo en todos los equipos de todos los integrantes del grupo al mismo tiempo. Piense en que en un sistema centralizado hay solo uno y que el cumplimiento de las reglas se hace necesario realizarlas por muestreo.

Una aplicación en los contratos inteligentes

La cadena de bloques no precisa de auditores, ni certificadores. No hay organismos centrales, solo pares que acuerdan transacciones. Un sistema basado en la confianza que está revolucionando ya el sistema financiero, y todos los demás muy pronto especialmente si pensamos que en 2017 habrá más de 25 billones de dispositivos conectados a Internet susceptibles de formalizar este tipo de contratos inteligentes entre sí.

La aplicaciones de los “Smart contracts” en el ámbito empresarial son muy amplias. Se almacenan reglas, automáticamente verifica los términos y ejecuta las condiciones. Ofrecen una solución sencilla a dos grandes reto: la identificación y la coherencia. Idóneos para poder ser aplicados internacionalmente ya que no están sujeto a la ley de diferentes jurisdicciones. Sus reglas son transparentes y se ejecutan automáticamente.

Veremos aplicaciones en el campo del cumplimiento muy pronto. Como dice Nassim Taleb, todas las soluciones organizativas que se alimentan de la entropía para ser más robustas tendrán más futuro. Esta sin duda lo es. Un sistema de cumplimiento en el que solo hace falta un ingrediente imprescindible para poder participar: Querer cumplir.

José Luis Blasco