Auditoría & Co

Los auditores internos de BBVA ponen el foco en el informe de Auditoría Interna y analizan cómo un modelo adecuado, que logre homogeneizar y objetivar las conclusiones del mismo, puede ayudar a las empresas a conseguir sus objetivos de manera más efectiva.

El Informe de Auditoría Interna es el resultado final del trabajo del auditor interno y, en muchas ocasiones, la heterogeneidad y subjetividad de algunos de los criterios con los que se realiza hacen que no quede claro dónde están las prioridades o que sea difícil defender la criticidad de alguna conclusión ante el área auditada.

Establecer un modelo que ayude a homogeneizar y objetivar esas conclusiones permite determinar la priorización de los asuntos a reportar a la Comisión de Auditoría, llegar a conclusiones más objetivas y sustentadas, dirigiendo el criterio experto del auditor interno con unas normas preestablecidas, y priorizar los planes de acción destinados a atender esas debilidades.

De acuerdo con Antonio de Frutos, Head of ERM Internal Audit en BBVA y ponente de la edición de marzo de Los Lunes del IAI, “contar con un modelo evita, por ejemplo, que un mismo asunto se trate de forma diferente en un departamento de la compañía, en determinado país o en función de la experiencia de los equipos de auditores internos, y el hecho de no poder defender por qué le damos un nivel de criticidad concreta a un informe o a una recomendación”.

A través de la experiencia práctica de BBVA, de Frutos ha destacado que, a la hora de diseñar un modelo, el criterio experto del auditor interno es básico, pero tiene que estar estructurado o sujeto a reglas de materialidad o cuantificación. Asimismo, ha subrayado que es clave contar con un órgano supervisor interno que se asegure de que la metodología se está aplicando de manera consistente.

Según el experto, es útil contar con un modelo de homogeneización en cualquier Dirección de Auditoría Interna independientemente de su tamaño, aunque su forma y materialización tendrá que diseñarse ad hoc teniendo en cuenta las características de la organización, como el tamaño de la misma y sus necesidades. “Estos modelos son complejos, llevan tiempo y no son perfectos. Hay que calibrarlos y mejorarlos. Pero merece la pena el esfuerzo, ya que nos permite estar más tranquilos sobre la calidad de nuestro trabajo”, ha señalado.

Fuente: Instituto de Auditores Internos

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